Fido, el perro que se pasó la vida en la estación esperando un tren que le trajera a su dueño

Luigi era un carpintero que todas las mañanas tenía que coger un tren para desplazarse a su lugar de trabajo, en una localidad cercana. Fido era su perro, su fiel amigo, el compañero que todos los días le acompañaba y recogía en el andén de la estación, en el que cada nuevo encuentro se convertía en una celebración para ambos.
Con la llegada de la Segunda Guerra Mundial, Luigi fue reclutado en el frente ruso, del que desgraciadamente nunca más regresaría. Sin embargo, Fido seguía yendo todos los días a la estación en busca de su amo. Subía a los trenes y buscaba entre los pasajeros, pero nunca daba con Luigi. Tras un buen rato de búsqueda y espera, Fido regresaba a casa triste y abatido, donde esperaban unos padres que no albergaban ninguna esperanza de volver a ver a su querido hijo.
Los años pasaron y el perro seguía haciendo el mismo recorrido, a pesar de que había empezado a sufrir artritis y algunas otras complicaciones a causa de su avanzada edad. El camino a la estación que antes tardaba en recorrer apenas 15 minutos, se había convertido en un tortuoso recorrido de casi dos horas.
Una tarde de invierno Fido no regresó a casa. A la mañana siguiente, los vecinos encontraron su cuerpo congelado entre la nieve Todos en el pueblo le lloraron, ya que lo vieron cientos de veces haciendo sus infructuosas caminatas, sabiendo lo que Fido buscaba desesperadamente. Por ello,decidieron levantar una estatua en su memoria, hoy en día situada cerca de la misma estación de ferrocarril que Fido visitaba a diario. En el epitafio se puede leer: “A Fido, un ejemplo para todos los humanos de lo que es la máxima expresión del amor y la fidelidad”.
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